sábado, febrero 25, 2006

PREVENSION: ALZHEIMER

Los ácidos grasos Omega 3 protegen contra el mal de Alzheimer.
El mal de Alzheimer es una enfermedad que afecta y termina por destruir las capacidades cognitivas (demencia) de todas las personas afectadas.
En los Estados Unidos es la tercera causa de muerte luego del cáncer y las enfermedades coronarias, y en la argentina se estima que hay unas 500.000 mil personas afectadas.

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¿Qué es el Alzheimer? Es una enfermedad degenerativa del cerebro para la cuál no existe recuperación.

Lentamente, la enfermedad ataca las células nerviosas de toda la corteza cerebral, así como algunas estructuras circundantes, deteriorando las capacidades de gobernar las emociones, reconocer errores y patrones, coordinar el movimiento y recordar. En su estadio final, el mal produce la pérdida total de la memoria y del funcionamiento mental.

Científicos de EEUU, encabezados por el profesor David Cole de la Universidad de California, acaban de descubrir que el ácido graso “omega 3” denominado docosahexanoico (DHA) reduce la acción del gen productor de esta enfermedad.

El organismo humano es incapaz de producir ese ácido graso, por lo que el mismo debe ser incorporado a través de la dieta, encontrándoselo en alimentos como los pescados azules de aguas profundas (atún, salmón, anchoa, caballa, sardina, arenque) además de en vegetales como la soja y el lino.

Una dieta rica en estas sustancias, es algo que cualquier persona podría adoptar, a fin de ayudar a controlar fácilmente, el riesgo de sufrir una enfermedad tan invalidante.

Para realizar este estudio Cole y sus colaboradores utilizaron ratones criados con mutaciones genéticas, que les causaban lesiones parecidas al de un cerebro humano con alzheimer avanzado.

Cuando estos animales desarrollaron estas lesiones típicas de la enfermedad, sin mostrar fallas en la memoria, los científicos analizaron que sus dietas eran ricas en ácidos DHA.

Luego, los científicos realizaron una contraprueba con otro grupo de ratones a los cuales les dieron una dieta sin omega tres y comprobaron que éstos mostraban tanto el daño cerebral, como los síntomas característicos de la enfermedad.

La conclusión a la que arribaron los científicos, fue que los ratones portadores del gen del alzheimer que siguieron una dieta rica en DHA obtenían resultados mejores a nivel de sus funciones cognitivas, sobre todo en pruebas de memoria.

Entre otras funciones, el Omega-3 se destaca por intervenir en la formación de las membranas de las células. Conforma la mayor parte de los tejidos cerebrales, dado que las células nerviosas son ricas en ácidos grasos Omega-3. Éstos ácidos se convierten en prostglandinas, sustancias que juegan un papel importante en la regulación de los sistemas cardiovascular, inmunológico, digestivo, reproductivo y que tienen efectos antinflamatorios.

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sábado, febrero 11, 2006

CHICOS CON SOBREPESO

Uno de cada cuatro chicos argentinos mayores de 10 años tiene sobrepeso.

Muchos podrían llegar a sufrir bulimia o anorexia. Del estudio participaron 1.231 mujeres y 740 varones de todo el país atendidos en consultorios.

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09.02.2006 Clarín.com Sociedad

Es un estado de perpetuo autoescrutinio, autorreproche y autodesaprobación, y, por lo tanto, de ansiedad constante”. Así sintetiza el sociólogo polaco Zygmunt Bauman los efectos que las presiones del mundo contemporáneo ejercen sobre quienes entran en el juego de la sociedad de consumo y en la desenfrenada “búsqueda por estar en forma”. Un estado que la psicología denomina “trastorno alimentario (TA)” y que algunos chicos con sobrepeso u obesidad de nuestro país tienden a reproducir con el paso del tiempo (generalmente las mujeres). Un verdadero problema por cuanto hoy en Argentina el 26,4% de los niños y adolescentes que concurre al consultorio del pediatra sufre de sobrepeso y de obesidad, según un estudio publicado en agosto de 2005 en la revista científica Archivos Argentinos de Pediatría. La investigación contó con el apoyo de la Sociedad Argentina de Pediatría y fue dirigida por las médicas pediatras Luisa Bay e Irina Kovalskys; la doctora en psicología Cecile Herscovici y el médico Enrique Berner.

La recolección de los datos se hizo entre 1998 y 2001 con la participación de 1.231 mujeres y 740 varones de todo el país. Entre ellos, el 12,9% tenía sobrepeso y el 13,5% obesidad. El estudio se basó en un cuestionario a chicos mayores de 10 años para pesquisar trastornos alimentarios (TA); aquellos pacientes sospechosos de padecer un TA participaron de una entrevista a cargo de su pediatra en consultorios privados y de hospitales. A esa entrevista sólo asistió el 42% de los sospechosos de TA. “Habíamos ido a buscar cuánto de trastorno alimentario hay entre los niños y los adolescentes. Por esa razón el dato de obesidad (un porcentaje alto aunque similar al de otros países de Latinoamérica y al de Estados Unidos) nos sorprendió. No obstante, como el exceso de peso, en particular a las mujeres, las predispone a los trastornos alimentarios, la cifra nos advirtió sobre la importancia de prevenir el sobrepeso y de fomentar la conducta alimentaria saludable desde temprana edad”, enfatizó la doctora Luisa Bay del Servicio de Nutrición del Hospital Prof. Doctor Juan P. Garrahan.

Pese a todo, el estudio reveló entre los 1.971 casos estudiados que el 6,95% de los chicos padecían un trastorno alimentario. Según la doctora en psicología, Cecile Herscovici, “quienes padecen un desorden alimentario se autoevalúan de modo muy crítico y están muy disconformes consigo mismas, en lo personal y con su aspecto físico. Esta misma insatisfacción se traslada a la conducta alimentaria”.

El análisis individual de las respuestas del primer cuestionario también indicó que el 25,7% de los encuestados deseaba tener “la panza chata” (el 81% de ellos eran mujeres). Además, el 13,3% dijo que temía subir de peso (el 86% eran mujeres). A su vez, el 15,3% aceptó haberse sentido gordo alguna vez (82% mujeres) y el 17,9% manifestó ganas de perder peso.

Las cifras generales que resultan de este estudio, alarmantes por cuanto el hilo que une la obesidad con un potencial trastorno alimentario es muy fino, al parecer podría estar relacionado con un proceso de transición nutricional que atraviesa a América latina. “Las condiciones de vida producidas por la modernización generaron un aumento de la disponibilidad de energía y un dramático descenso de la actividad física en todas las edades. En este proceso de transformación socioeconómica los sectores más humildes son los más desprotegidos y expuestos a la obesidad y a los males crónicos no transmisibles”, dijo la doctora Irina Kovalskys del Servicio de Adolescencia del Hospital Argerich.

En la publicación también se mencionan la coexistencia de la desnutrición y la obesidad en los países en desarrollo. Al respecto Bay nombra algunos factores que favorecen el sobrepeso. El costo alto que las verduras y frutas significan para la la gente de bajos recursos. La ingesta de grasas diaria creció en los últimos 25 años y la industria alimentaria ofrece alimentos ricos en calorías, baratos, “pero deficientes en otros nutrientes”. Ante la gravedad que suponen los trastornos alimentarios, —que padecen más las mujeres con obesidad o sobrepeso—, el lugar que ocupa la delgadez en la escala de valores argentinos es peligroso.

Cómo se mide la obesidad

El sobrepeso y la obesidad son el exceso de tejido graso, sólo que en la obesidad el exceso es más acentuado. La medición de ambos está correlacionado con el Indice de Masa Corporal (IMC), que surge de dividir el peso por la estatura al cuadrado. Para los adultos hay valores absolutos de IMC, pero para los chicos estos son menores. En ellos el índice de sobrepeso y el de obesidad varía según sexo y edad porque el IMC normal sube a medida que crecen. Así, el IMC normal de una nena de 10 años es 16,5. Si da 19 tiene sobrepeso y 21, obesidad. El normal de una chica de 15 ronda 20,5. Con 24 hay sobrepeso y con 26, obesidad.

Pilar Ferreyra.
pferreyra@clarin.com

Fuente: Diario Clarin
http://www.clarin.com/diario/2006/02/09/sociedad/s-03401.htm

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