viernes, enero 18, 2008

DE LA CINTURA AL CORAZÓN

El exceso de cintura perjudica al corazón


La acumulación de grasa visceral, que se traduce en forma de barrigas prominentes, puede multiplicar por cuatro el riesgo de enfermedades cardiovasculares


Con la edad nuestras arterias envejecen y aumenta el riesgo de padecer un infarto o un accidente vascular cerebral. No podemos parar el reloj pero podemos intentar corregir todas aquellas causas que aceleran el deterioro. A las ya conocidas como el tabaco o el colesterol, el tener una barriga prominente ha demostrado ser uno de los factores que más aumentan nuestro riesgo cardiovascular. Recientemente han aparecido datos que revolucionan el concepto que hasta ahora se tenía. Más importante aún que el hecho de tener un peso por encima de lo normal es la acumulación de grasa en ciertas partes del cuerpo.

A estas alturas todos sabemos que los kilos de más son perjudiciales para la salud pero en estos últimos años se ha definido un nuevo concepto muy importante del que no se había hablado antes: el de la grasa visceral.

La grasa visceral es la que se deposita en el abdomen, alrededor de los órganos. Esta acumulación de tejido adiposo provoca una serie de trastornos que van más allá de un simple problema estético: altera el colesterol (sube el malo y baja el bueno) aumentan los triglicéridos, sube la tensión arterial y se ponen en marcha fenómenos que incrementan la coagulación y producen inflamación de los vasos sanguíneos.

El metabolismo de la glucosa también se altera ya que las células grasas segregan una hormona, la adinopectina, que facilita la acción de la insulina. Cuando se da acumulación de grasa visceral disminuye la producción de esta hormona, lo que podría explicar la tendencia al desarrollo de diabetes en las personas obesas.

De la cintura al corazón


A los que todavía no están convencidos de que esos michelines que tan poco gustan frente al espejo son también poco saludables, les interesará conocer los resultados de varios estudios que demuestran que la grasa acumulada dentro del abdomen es peligrosa, en especial para el corazón.

Entre los distintos trabajos presentados en la última reunión anual del Colegio Americano de Cardiología destaca por su importancia el estudio IDEA en el que participaron 63 países con un total de 168.159 pacientes. Los resultados corroboran que existe una fuerte relación entre el perímetro de la cintura y las enfermedades cardiovasculares, independientemente del peso.

Los cardiólogos son conscientes del tema y se han puesto manos a la obra: la Sociedad Española de Cardiología y la Fundación Española del Corazón han llevado a cabo campañas de divulgación con eslóganes como «Meter el corazón en cintura» o «De la cintura al corazón». Estas campañas intentan concienciar también a los propios médicos, ya que muchos controlan el peso y la tensión arterial de sus pacientes pero todavía pocos miden la cintura.

El espejo y la cinta de medir


Una cintura por encima de los valores normales aumenta de dos a cuatro veces el riesgo de padecer alguna enfermedad cardiovascular. El límite de la normalidad se sitúa en 102 centímetros en el caso de los hombres y en 88 centímetros para las mujeres de acuerdo con los índices de altura y de masa corporal estándares.

Pero si tenemos en cuenta que el problema no es solo tener mas grasa de la debida sino también el lugar en donde se deposita, es importante mirarse al espejo para saber como se distribuye. Dependiendo de las zonas donde se acumula el tejido adiposo, la figura puede adquirir la forma de una pera o de una manzana. La figura es de pera cuando la grasa se encuentra en caderas, glúteos y muslos; en cambio, parecerá una manzana si se acumula sobretodo en el área del abdomen.

La figura de manzana es la que comporta un mayor riesgo. Es más propia del hombre aunque las mujeres también la padecen. La obesidad en forma de pera, típica de la mujer, conlleva un menor riesgo aunque, en ningún caso debe descuidarse.

El perímetro de la cintura está aumentando en los últimos años. En concreto, en España, el 30% de los varones y el 37% de las mujeres tienen una cintura mayor de lo recomendable. Si tenemos en cuenta que el 14% de la población tiene sobrepeso, significa que hay muchos individuos que no están gordos pero que en cambio tienen barriga y, por lo tanto, mayor riesgo cardiovascular.

Qué es el riesgo cardiovascular


El riesgo cardiovascular es la probabilidad de padecer en el futuro una enfermedad del aparato circulatorio que puede acabar desembocando en infarto de miocardio o en accidente vascular cerebral en sus dos manifestaciones más extremas. Cada individuo tiene un riesgo concreto que depende de varios factores que cuando se suman, hacen que la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares y metabólicas se multiplique de forma exponencial.

La edad es lo primero a tener en cuenta, ya que conforme envejecemos por fuera también lo hacen nuestras arterias. Por cada 16 años que pasan se triplica la posibilidad de padecer algún tipo de problema. Por su parte, el sexo también juega un papel: hombres y mujeres presentan riesgos somos distintos debido a que las hormonas femeninas tienen un efecto protector. Esta ventaja, no obstante, desaparece al llegar la menopausia.

Otros factores a tener en cuenta son el tabaco (los fumadores tienen mayor riesgo), la hipertensión y los niveles de colesterol. Y, por supuesto, la obesidad. A esta lista debe añadirse desde ahora el volumen de grasa visceral o, lo que es lo mismo, el exceso de barriga.

Fuente: Consumer.es

miércoles, enero 02, 2008

BEBER ALCOHOL ENCOGE EL CEREBRO

Aunque es posible que ayude a su corazón, beber incluso de manera moderada podría encogerle el cerebro. Los investigadores encontraron también diferencias de esta relación entre hombres y mujeres.

"Una pequeña cantidad de alcohol es beneficiosa para el corazón", anotó la investigadora líder, Carol Ann Paul, "pero hay una correlación negativa continua entre el consumo de alcohol y el volumen total del cerebro. Parece que no hay un efecto benéfico de ni siquiera cantidades pequeñas de alcohol sobre el volumen del cerebro".

Paul tenía programado presentar sus hallazgos esta semana en la reunión anual de la American Academy of Neurology, en Boston.

En el estudio, Paul y sus colegas evaluaron las escanografías cerebrales por IRM de 1,839 personas entre los 24 y los 88 años de edad. Las personas se clasificaron en abstemias, ex bebedoras, bebedoras de bajo volumen (las que bebían entre una y siete bebidas por semana), bebedoras moderadas (entre ocho y 14 bebidas por semanas), o bebedoras de alto volumen (más de 14 bebidas por semana).

Los investigadores encontraron que mientras más alcohol bebían las personas de forma regular, menor era su volumen cerebral. Las personas que bebían más de 14 bebidas por semana tenían una reducción promedio de 1.6 por ciento del volumen cerebral, en comparación con las personas que nunca bebían.

El equipo de Paul encontró que el volumen cerebral disminuía 0.25 por ciento por cada aumento en categoría de consumo de alcohol.

La reducción del cerebro fue ligeramente mayor entre las mujeres que bebían que entre los hombres y tuvo el mayor impacto sobre las mujeres que tenían entre 70 y 80 y que seguían bebiendo mucho, encontraron los investigadores.

Paul señaló que esto no es sorprendente porque los cuerpos de las mujeres tienden a reaccionar al alcohol de manera distinta. "Las mujeres son más sensibles al alcohol [que los hombres] y lo absorben más rápidamente", aseguró.

Paul subrayó que el volumen cerebral disminuye naturalmente durante el transcurso de la vida. "Hay un declive normal en el volumen cerebral. Algunas personas parecen no resultar afectadas, pero otras sí", explicó. "El alcohol parece acelerar ese declive normal".

Un experto considera que el estudio muestra un efecto claro y negativo del alcohol sobre el cerebro.

"Este estudio corrobora un creciente relato sobre los efectos dañinos del alcohol sobre la estructura y función cerebral", señaló el Dr. James Garbutt, profesor de psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.

Según Garbutt, algunos estudios también han mostrado que el alcohol tiene efectos negativos sobre el funcionamiento cerebral y la cognición. "Sin embargo, no ha habido estudios que muestren cómo se relacionan el volumen cerebral y la cognición y si el alcohol tiene algún efecto", apuntó.

Más información
El U.S. National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism ofrece más información sobre cómo afecta el cerebro beber alcohol: http://pubs.niaaa.nih.gov/publications/aa63/aa63.htm

Fuente: HealthDay