Tres de cada diez chicos son obesos o tienen sobrepeso.
Tienen entre 6 y 11 años y son de clase media y alta. Es porque comen mientras ven televisión, abusan de la comida chatarra y ya no corren ni juegan en las plazas por la inseguridad.
Más de una vez se habló de los "chicos gordos de la pobreza", aquellos niños de pancitas infladas a fuerza de guisos, harinas, sopas y polentas. Pero el problema de los menores con sobrepeso no se agota en los sectores más bajos. Un reciente estudio a nivel nacional revela que 3 de cada 10 chicos de clase media y alta son obesos o tienen sobrepeso. ¿Las causas? Ven demasiada televisión mientras comen, abusan de la comida chatarra y han perdido los juegos y corridas en plazas y veredas a causa de la inseguridad.
Así lo refleja un estudio realizado por la consultora Markwald, La Madrid y Asociados, que entre setiembre y noviembre del año pasado relevó los hábitos alimentarios de 1.500 chicos de entre 6 y 11 años de sectores medios y altos de la Capital Federal, el Gran Buenos Aires, Rosario, Córdoba y Mendoza. "El estudio se hizo en el marco de una investigación mayor sobre consumo infantil, que se llevó a cabo en distintos países de Latinoamérica. Como en estudios anteriores había surgido un temor recurrente a ser gordo , decidimos sumar algunas preguntas sobre el tema. Y la verdad es que las respuestas nos sorprendieron", dice la socióloga Mónica La Madrid, a cargo de la investigación.
Además de revelar que el 32% de los chicos argentinos de hogares con buen nivel adquisitivo son obesos o tienen sobrepeso y corren riesgo de serlo, el estudio alumbró costumbres que llamaron la atención de los expertos.

Para el estudio completo se entrevistó a 6.534 chicos con sus padres, quienes informaron sobre el peso y la talla de sus hijos. Y se encontró que México es el país con mayor porcentaje de niños con sobrepeso (46%), y que Colombia es el menos afectado (27%). También, que los problemas de obesidad disminuyen a medida que los niños crecen y "pegan el estirón" (alrededor de los 10 años), y que a los niños criollos les preocupa menos "estar gorditos" que a sus pares de los países vecinos.
A su vez, como tantos otros estudios, las conclusiones de esta investigación vuelven a insistir sobre los peligros del sedentarismo. Pero advierten sobre una curiosa diferencia: "Hay una asociación entre obesidad y largas horas frente a la tele , pero no ocurre lo mismo con Internet y los video- juegos. Los chicos obesos usan menos la Web y los videos que los que no tienen exceso de peso. Pasa lo mismo que con la lectura: son actividades pasivas, pero suponen personalidades más inquietas", asegura La Madrid.
El televisor parece ser el enemigo público número uno de la vida sana. Y por más de un motivo: "El 74% de los chicos con sobrepeso y el 81% de los obesos reconocieron que miran televisión mientras comen en familia, cifras que superan a las de otros países. Esto habla de una desestructuración de la comensalidad histórica, de una forma de comer en la que los padres ya no cumplen la función de educar y controlar como lo hacían antes", dice La Madrid.
El doctor Horacio Yulitta, especialista en Medicina del Deporte Infanto-Juvenil de la Sociedad Argentina de Pediatría, coincide: "Antes, el momento de la comida era un espacio de encuentro familiar en el cual se cumplían ciertos rituales. Se esperaba para comer todos juntos, se servía ordenadamente y se transmitían modales y costumbres: los padres miraban cómo comían sus hijos y enseñaban a comer. Hoy se come a las apuradas, sin límites de ningún tipo (los chicos hasta eligen qué se come) y en silencio. El televisor copa la escena y la comida deja de ser lo principal; se come más y mal y se pierde el saborear, el disfrutar y el compartir", dice.
Entre los culpables de la obesidad, el estudio también destaca "la pérdida del espacio público como ámbito de juego debido a la peligrosidad de la calle" y la incorporación de tecnologías que fomentan los juegos pasivos en el hogar.
"La inseguridad dejó a los chicos sin vereda y sin plaza. Hoy se juega en lugares estructurados y cerrados, como los peloteros, donde no hay espacio para lo creativo —opina Yulitta—. Y también se perdió el patio del colegio: por temas legales o de seguros o porque los padres se quejan si el chico tiene un raspón, está prohibido correr en el patio. Es insólito: pasan el día entero en la escuela y no pueden, siquiera, jugar a la mancha en el recreo".

Del estudio surge, también, otro dato que acerca alivio a las madres multifunción de la nueva era. "En Argentina no se comprobó la asociación entre la madre que trabaja fuera del hogar y la obesidad, como sí ocurre en otros lugares. Acá hay más obesos en estructuras familiares tradicionales, con mamás sin trabajo remunerado", dice La Madrid.
Para la nutricionista Magdalena Bauschen, para ayudar a un hijo con problemas de peso nada mejor que el ejemplo de los padres. "Si no comen verdura los chicos tampoco lo harán. Y son ellos los que deben apagar el televisor y destacar que el momento de la comida es un espacio para compartir y para nutrirse".
Fuente: Gordos.com