sábado, enero 14, 2006

¿COMEMOS POR ESTRES?

El estrés y la conducta alimentaria
Imagínese que está preparándose para un importante discurso en público, ¿le da por lanzarse a la caja de las galletas o se le quita el hambre por completo? El estrés afecta a la conducta alimentaria de las personas de forma diferente.

Sepa como controlar su peso -aquí-

………………………………………………………………………………………………………………..

Fuente: Food Today

Experimentamos estrés cuando ocurre algo en nuestro interior o a nuestro alrededor que altera nuestro equilibrio. Entonces utilizamos tácticas para combatir el agente estresante y regresar a nuestro estado normal. El estrés puede ser interno, como al preocuparse por algo o disgustarse, o externo, como el causado por un examen o determinadas situaciones sociales. Ya que el estrés forma parte de nuestra vida diaria, nuestro modo de alimentarnos bajo sus efectos puede afectar a nuestra alimentación y salud en general.

Pelear o escapar
Ante una amenaza, se desencadena automáticamente en el organismo una respuesta de “lucha o huída”. La descarga de adrenalina lleva sangre al cerebro, al corazón y a los músculos, lejos del sistema digestivo, para preparar nuestro cuerpo a escapar o pelear. Se cree que experimentamos este tipo de reacción incluso si la amenaza o agente estresante es psicológico o emocional, en lugar de físico. Este estado de alerta debería hacernos incapaces de comer e incluso provocarnos náuseas. Sin embargo, se ha descubierto que a algunas personas el estrés las incita a comer más. ¿Cómo se explica este fenómeno?

Las personas que están a régimen suelen comer más en situaciones de estrés
Hoy en día mucha gente está a dieta para adelgazar o “vigilar su peso”. Generalmente esto implica controlar el tipo y la cantidad de alimentos que se consumen. Estas personas además hacen caso omiso de las señales que les indican que tienen hambre para comer menos de lo que les gustaría. En otras palabras, restringen su alimentación. Las personas que comen en función de su apetito, no se imponen límites. Las investigaciones han demostrado en repetidas ocasiones que quienes limitan su alimentación tienden a comer más en respuesta al estrés, mientras que quienes no lo hacen suelen comer menos.

El estrés puede llevar a que quienes restringen su alimentación coman en exceso
El Dr. Paul Lattimore, experto en conducta alimentaria de la Universidad John Moores de Liverpool explica por qué las personas que están a régimen comen más en situaciones de estrés. “Estas personas dedican tanta energía a controlar sus señales biológicas que les quedan pocos recursos para enfrentarse a los problemas cotidianos. Por eso, cuando se estresan, pierden el control y si tienen comida a mano, la consumen. Además, están tan acostumbrados a no hacer caso a su cuerpo que ignoran o malinterpretan las señales relacionadas con la lucha o la huída”.

Estrategias para enfrentarse al estrés
En un estudio a gran escala realizado recientemente en Finlandia, se halló que el índice de masa corporal (relación entre el peso y la altura de las personas) es mayor en quienes comen en situaciones de estrés y que estas personas tienden a comer más alimentos como salchichas, hamburguesas, chocolate y pizza, si las comparamos con las demás personas. Al comer como respuesta al estrés, los intentos de controlar el peso de estas personas se ven abocados al fracaso; entonces, ¿qué solución se les puede ofrecer? El Dr. Lattimore, basándose en su experiencia en la prevención de la obesidad, ofrece algunos consejos. “En primer lugar, la persona debe saber qué tipo de situaciones la incitan a comer en exceso y a continuación debe idear formas alternativas de enfrentarse al estrés. Una solución ideal sería ir a dar un paseo, para cambiarnos las ideas y que además quema calorías.”

Resumen
Las personas que comen cuando tienen hambre y dejan de comer cuando están saciadas están en sintonía con las señales biológicas de su organismo. En situaciones de estrés, estas personas no sienten hambre. Aquellas personas que ignoran sus señales biológicas deben ser conscientes de los factores emocionales y psicológicos que les llevan a visitar la nevera y deben poner en práctica tácticas para evitarlo. La respuesta al estrés muestra la importancia de utilizar enfoques para el control del peso que reduzcan la restricción alimentaria y de privilegiar el consumo de fruta y verdura (bajo contenido en calorías y muy nutritivos). Además estos alimentos diluyen la carga calórica ingerida durante los atracones.

Referencias
1. Greeno CG &Wing RR (1994) Stress-induced eating. Psychological Bulletin 115: 444-464.
2. Lattimore P & Caswell N (2004) Differential effects of active and passive stress on food intake in restrained and unrestrained eaters. Appetite 42: 167-173.
3. Polivy J and Herman CP (1999) Distress and dieting: why do dieters overeat? International Journal of Eating Disorder 25: 153-164.
4. Laitinen J & Sovio U (2002) Stress-related eating and drinking behaviour and body mass index and predictors of this behaviour. Preventive Medicine 34: 29-39.

………………………………………………………………………………………………………………..

Sepa como controlar su peso -aquí-

sábado, enero 07, 2006

BUENOS AIRES, CONSUME LIGHT

Buenos Aires, la ciudad con mayor consumo light
Por Fabiola Czubaj - De la Redacción de LA NACION

Mientras que en las principales ciudades de América latina cuatro de cada diez familias optan por los alimentos en sus versiones reducidas en calorías para combatir los kilos de más, en Buenos Aires esa tendencia supera lo imaginado.

Programas de Nutrición Celular -aquí-

………………………………………………………………………………………………………………..

Ocurre que aquí los productos light se consumen en seis de cada diez hogares, para cuidar la salud en general (48%) o para bajar de peso (39%). De este modo, los porteños se ubican en el primer puesto regional de preferencia por ese tipo de alimentos, según una encuesta de la consultora LatinPanel realizada en 9000 hogares de 16 ciudades latinoamericanas.

“La publicidad tiene mucho que ver con esta tendencia light, que no es tan saludable. En las grandes ciudades, la población no tiene una alimentación sana por la cantidad de mensajes que recibe sobre un cuerpo supuestamente ideal. Entonces, consumen productos dietéticos cuando en realidad no los necesitan. Es decir, usan alimentos light «por las dudas» y no saben que con una alimentación bien equilibrada sería suficiente para cuidar la salud. En realidad, la diferencia que se logra con el consumo de estos productos es mínima”, aseguró la licenciada Cynthia Musso, jefa del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas.

Y es que, según la encuesta, esa elevada fascinación porteña por los alimentos con bajo contenido calórico es resultado sólo de la costumbre en un 8% de los hogares. “Hay personas que tienen un índice de masa corporal normal y también consumen estos productos porque sí, cuando podrían cumplir con una alimentación variada”, agregó Musso.

Para la licenciada Viviana Viviant, de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (Aaydin), el consumo de productos light en Buenos Aires también es alto. Sin embargo, opinó que todo depende de que la incorporación de “lo diet” no elimine de la mesa del hogar aquellos nutrientes que son indispensables para el buen funcionamiento del organismo… En especial, en los chicos.

“No es malo que a partir de los 3 o 4 años de edad se empiece a consumir lácteos descremados o productos bajos en grasa, azúcar o sal, porque es una forma de empezar a prevenir enfermedades. Menos aún si tienen una historia familiar de obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad cardiovascular. El problema aparece cuando a los chicos se les dan productos que los privan de algún nutriente necesario para el desarrollo. Lo importante es que los alimentos dietéticos no sean la base de su alimentación”, señaló Viviant.

Menos grasa, azúcar o sal

En general, los productos que con envoltorio color verde o con las palabras “light” o “diet” junto a su nombre tientan desde la góndola del supermercado o en el estante del almacén, tienen menor cantidad de grasa, de azúcar o de sal en su composición que sus versiones originales.

“El objetivo fundamental de estos productos es la persona con problemas de peso, con diabetes o hipertensa -puntualizó Viviant-. Lo que muchas veces la gente no sabe es que el concepto «dietético» no siempre tiene que ver con las calorías.”

Entre los ejemplos están la leche sin lactosa para las personas que sufren intolerancia al azúcar láctea o los productos sin trigo, avena, cebada y centeno (TACC), que son tóxicos para los celíacos. Sin embargo, esta eliminación, reducción o reemplazo de alguno de sus componentes no necesariamente implica una disminución de las calorías que aporta su consumo.

“Un gran porcentaje en un plan para perder peso pasa por reducir la cantidad de los alimentos que se ingieren -sostuvo la licenciada Musso-. Un gramo de grasa aporta 9 calorías y 1 gramo de hidratos de carbono, 4 calorías. Por lo tanto, con sólo reducir la cantidad de grasa de un alimento ya pasa a ser hipocalórico y esto confunde a la gente.”

Para aquellas personas que cumplen con un plan de descenso de peso, hay productos dietéticos que se pueden consumir con mayor libertad que otros, según la cantidad recomendada por un especialista en nutrición. En general, son los alimentos líquidos, como los caldos o las sopas, la gelatina o las bebidas a base de hierba.

Sólidos, con límite

En cambio, los alimentos sólidos exigen más atención a la hora de limitar las porciones. “En el caso de los quesos con bajo tenor graso, por ejemplo, el tipo cuartirolo aporta un 3% de grasa contra el 30% del queso fresco común -indicó Viviant-. Pero, si una persona come más de la porción permitida, reduce todo beneficio.”

Lo mismo ocurre con el resto de los alimentos reducidos en calorías y en contenido graso, como los embutidos, las milanesas de soja o los cada vez más variados postres para saciar la ansiedad por algo dulce a media mañana o tarde. “Cada pote de esos postrecitos tiene unas 100 calorías -agregó la nutricionista-. Se pueden consumir, pero sin vía libre porque se estarían reemplazando nutrientes que se podrían ingerir con otros alimentos.”

En general, ambas nutricionistas coincidieron en mantener una alimentación con abundantes verduras, frutas naturales y lácteos, que en su versión descremada también aportan calcio y vitaminas. Los chicos, en tanto, deben comer alimentos variados, ya que cada uno aporta diferentes nutrientes y todos son necesarios para un desarrollo sano.

Fuente: Diario La Nación
http://www.lanacion.com.ar/769602

………………………………………………………………………………………………………………..

IMPRIMIR

Programas de Nutrición Celular -aquí-