sábado, enero 07, 2006

BUENOS AIRES, CONSUME LIGHT

Buenos Aires, la ciudad con mayor consumo light
Por Fabiola Czubaj - De la Redacción de LA NACION

Mientras que en las principales ciudades de América latina cuatro de cada diez familias optan por los alimentos en sus versiones reducidas en calorías para combatir los kilos de más, en Buenos Aires esa tendencia supera lo imaginado.

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Ocurre que aquí los productos light se consumen en seis de cada diez hogares, para cuidar la salud en general (48%) o para bajar de peso (39%). De este modo, los porteños se ubican en el primer puesto regional de preferencia por ese tipo de alimentos, según una encuesta de la consultora LatinPanel realizada en 9000 hogares de 16 ciudades latinoamericanas.

“La publicidad tiene mucho que ver con esta tendencia light, que no es tan saludable. En las grandes ciudades, la población no tiene una alimentación sana por la cantidad de mensajes que recibe sobre un cuerpo supuestamente ideal. Entonces, consumen productos dietéticos cuando en realidad no los necesitan. Es decir, usan alimentos light «por las dudas» y no saben que con una alimentación bien equilibrada sería suficiente para cuidar la salud. En realidad, la diferencia que se logra con el consumo de estos productos es mínima”, aseguró la licenciada Cynthia Musso, jefa del Departamento de Alimentación y Dietética del Hospital de Clínicas.

Y es que, según la encuesta, esa elevada fascinación porteña por los alimentos con bajo contenido calórico es resultado sólo de la costumbre en un 8% de los hogares. “Hay personas que tienen un índice de masa corporal normal y también consumen estos productos porque sí, cuando podrían cumplir con una alimentación variada”, agregó Musso.

Para la licenciada Viviana Viviant, de la Asociación Argentina de Dietistas y Nutricionistas Dietistas (Aaydin), el consumo de productos light en Buenos Aires también es alto. Sin embargo, opinó que todo depende de que la incorporación de “lo diet” no elimine de la mesa del hogar aquellos nutrientes que son indispensables para el buen funcionamiento del organismo… En especial, en los chicos.

“No es malo que a partir de los 3 o 4 años de edad se empiece a consumir lácteos descremados o productos bajos en grasa, azúcar o sal, porque es una forma de empezar a prevenir enfermedades. Menos aún si tienen una historia familiar de obesidad, diabetes, hipertensión o enfermedad cardiovascular. El problema aparece cuando a los chicos se les dan productos que los privan de algún nutriente necesario para el desarrollo. Lo importante es que los alimentos dietéticos no sean la base de su alimentación”, señaló Viviant.

Menos grasa, azúcar o sal

En general, los productos que con envoltorio color verde o con las palabras “light” o “diet” junto a su nombre tientan desde la góndola del supermercado o en el estante del almacén, tienen menor cantidad de grasa, de azúcar o de sal en su composición que sus versiones originales.

“El objetivo fundamental de estos productos es la persona con problemas de peso, con diabetes o hipertensa -puntualizó Viviant-. Lo que muchas veces la gente no sabe es que el concepto «dietético» no siempre tiene que ver con las calorías.”

Entre los ejemplos están la leche sin lactosa para las personas que sufren intolerancia al azúcar láctea o los productos sin trigo, avena, cebada y centeno (TACC), que son tóxicos para los celíacos. Sin embargo, esta eliminación, reducción o reemplazo de alguno de sus componentes no necesariamente implica una disminución de las calorías que aporta su consumo.

“Un gran porcentaje en un plan para perder peso pasa por reducir la cantidad de los alimentos que se ingieren -sostuvo la licenciada Musso-. Un gramo de grasa aporta 9 calorías y 1 gramo de hidratos de carbono, 4 calorías. Por lo tanto, con sólo reducir la cantidad de grasa de un alimento ya pasa a ser hipocalórico y esto confunde a la gente.”

Para aquellas personas que cumplen con un plan de descenso de peso, hay productos dietéticos que se pueden consumir con mayor libertad que otros, según la cantidad recomendada por un especialista en nutrición. En general, son los alimentos líquidos, como los caldos o las sopas, la gelatina o las bebidas a base de hierba.

Sólidos, con límite

En cambio, los alimentos sólidos exigen más atención a la hora de limitar las porciones. “En el caso de los quesos con bajo tenor graso, por ejemplo, el tipo cuartirolo aporta un 3% de grasa contra el 30% del queso fresco común -indicó Viviant-. Pero, si una persona come más de la porción permitida, reduce todo beneficio.”

Lo mismo ocurre con el resto de los alimentos reducidos en calorías y en contenido graso, como los embutidos, las milanesas de soja o los cada vez más variados postres para saciar la ansiedad por algo dulce a media mañana o tarde. “Cada pote de esos postrecitos tiene unas 100 calorías -agregó la nutricionista-. Se pueden consumir, pero sin vía libre porque se estarían reemplazando nutrientes que se podrían ingerir con otros alimentos.”

En general, ambas nutricionistas coincidieron en mantener una alimentación con abundantes verduras, frutas naturales y lácteos, que en su versión descremada también aportan calcio y vitaminas. Los chicos, en tanto, deben comer alimentos variados, ya que cada uno aporta diferentes nutrientes y todos son necesarios para un desarrollo sano.

Fuente: Diario La Nación
http://www.lanacion.com.ar/769602

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