viernes, abril 14, 2006

CUESTION DE CINTURA

Se define por la acumulación de grasa abdominal y otros factores de riesgo cardiovascular. Lo llaman síndrome metabólico, y lo sufre uno de cada cuatro adultos. Bajar de peso, moverse y llevar una dieta equilibrada son los pilares para desactivar esta bomba de tiempo para el corazón

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La sabiduría popular lo ha bautizado de distintas formas ­–salvavidas, flotador, rollo abdominal– y viene condenándolo desde tiempo inmemorial. Ahora, la ciencia confirmó lo que todos sospechaban: a la altura del ombligo, y sin contener el aliento, los varones no deben acusar más de 102 centímetros y las mujeres, 88. De lo contrario, se está a las puertas de una enfermedad de nombre difícil que afecta ya al 25% de la población mundial y promete extenderse: el síndrome metabólico, una constelación de síntomas (ver recuadro) que al exceso de grasa abdominal suma alteraciones en los lípidos (colesterol y triglicéridos), hipertensión arterial y un fenómeno llamado resistencia a la insulina, antesala de la diabetes y muy asociado a la obesidad.

El doctor Carlos Borrego, que integra el Servicio de Cardiología del hospital Italiano de Buenos Aires y está a cargo de esa sección en el Sanatorio San Lucas, de San Isidro, agrega que la Federación Internacional de Diabetes es aún más estricta y propone cinturas por debajo de los 94 y 80 centímetros para varones y mujeres, respectivamente, pero enfatiza que “más allá de medidas, el perímetro abdominal es el signo más visible del problema, y el que debe llevar a la consulta.”

Lo cierto es que la cuestión no depende solamente del centímetro sino también de la forma en que los excesos se distribuyen por el cuerpo. “La grasa que se acumula en el abdomen es la más peligrosa –dice Borrego– y por eso las mujeres, que la concentran en glúteos y piernas, suelen estar más protegidas que los hombres, aunque después de la menopausia, al variar la distribución corporal de la grasa, ambos sexos suelen equiparar sus riesgos.”

El paso del tiempo no perdona: el doctor Sydney Smith Jr., presidente del Consejo de Asesores de la Federación Mundial del Corazón de los Estados Unidos, dijo hace pocos días que a medida que envejecemos y cada 16 años triplicamos el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Durante la última reunión del Colegio Americano de Cardiología, en Atlanta, Sydney Smith Jr. aclaró también que no es lo mismo tener apenas algunos centímetros de más que esos grandes excesos: cada vez que el abdomen supera 14 centímetros lo deseable, el riesgo cardiovascular aumenta entre un 21 y 40 por ciento.

A la hora de hacer cuentas, todo parece indicar una gran pérdida para la salud: quienes sufren el síndrome metabólico están en altísimo riesgo de morir de un infarto (el doble que la población sana), y tres veces más de sufrir un ataque cardíaco o cerebral. Si es que ya no sufren diabetes, los afectados se exponen ¡cinco veces más! a esta enfermedad.

“Hubo varios integrantes de mi familia que sufrieron de diabetes. Yo pensé que iba a ser mi único problema cuando me la diagnostircaron, pero de inmediato el médico me informó que tenía un alto nivel de triglicéridos y colesterol, por lo que debía estar más atento aun”, se lamenta Rodolfo A., de 52 años, que tiene problemas en su trabajo porque “falto seguido, a causa de mi enfermedad”.

Para Susana F. (48), las cosas son diferentes. Decidió ocuparse a tiempo del problema: “La acumulación de grasa abdominal era terrible. Cuando me subía a la balanza, me desesperaba. Ni hablar de los resultados de mis análisis de laboratorio. Empecé a cuidarme en serio en las comidas, y a hacer ejercicio. Ahora estoy tratando de abandonar el cigarrillo”.

Asociado a la mala alimentación y el sedentarismo, el síndrome metabólico se extiende no sólo entre la población adulta sino que también afecta a adolescentes y niños. En la Argentina, el panorama no parece más alentador: un reciente estudio mundial que convocó a más de 3000 pacientes locales –llamado Día Internacional de Evaluación de la Obesidad Abdominal (IDEA, por su sigla en inglés)– determinó que el 42% de las mujeres y el 40% de los varones excedían los valores de cintura apropiados. A su vez, el 61% de las mujeres y el 77% de los varones tenían kilos de más.

Rumbo a la solución

No existe un tratamiento único para el síndrome metabólico. El ejercicio físico es un eje crucial, ya que disminuye la resistencia a la insulina y permite que las células utilicen mejor esta hormona, reguladora del metabolismo de los azúcares (glucosa) en la sangre. Moverse, además de ayudar a verse mejor y levantar el ánimo, previene el aumento de peso.

“Hay un tratamiento social: fomentar estilos de vida más sanos –dice el doctor Borrego– y un tratamiento individual, que se basa en mejorar la alimentación, bajar de peso, no fumar y tratar farmacológicamente el factor de riesgo que esté sobreexpresado: hipolipemiantes para disminuir el colesterol y los triglicéridos, antihipertensivos para la presión arterial o drogas para combatir la resistencia a la insulina.”

También se cifran esperanzas en fármacos que, además de sus acciones terapéuticas específicas, sumen otros efectos positivos. “Tenemos diferentes tratamientos efectivos para enfrentar los componentes individuales del síndrome metabólico, pero necesitamos «tacklear» los factores de riesgo en conjunto”, dijo el profesor Ted Kurtz, de la Universidad de California, en Estocolmo, Suecia, durante el último Encuentro Anual de la Sociedad Europea de Cardiología, realizado en Estocolmo, Suecia. El especialista presentó resultados alentadores –aunque preliminares– sobre el uso de una droga de la familia de los “sartanes”, contra el síndrome metabólico.

El cardiólogo del hospital Italiano explica que a su capacidad para disminuir la presión arterial los sartanes parecen sumar la acción sobre el metabolismo glúcido “y aumentarían la sensibilidad de la célula a la insulina, aunque las conclusiones del estudio que permitirá confirmarlo se conocerán entre el próximo año y 2007″. También las estatinas, utilizadas para disminuir el colesterol, han mostrado tener un plus terapéutico inesperado: disminuyen los procesos inflamatorios que favorecen la obstrucción de las arterias con placas de grasa (ateromas) y, en este sentido, tendrían más potencial cardioprotector del inicialmente esperado. Sin embargo, los especialistas insisten en empezar por el principio: el compromiso de cuidarse, moverse y comer bien… mucho antes que echar mano del botiquín. V. S.

Identikit del agresor

El síndrome metabólico se caracteriza por obesidad abdominal (cintura por encima de los 102 centímetros en el varón y 88 en la mujer) más dos de los siguientes factores:

  • Triglicéridos superiores a 150 mg/dl
  • Colesterol HDL (”bueno”) menor de 40 mg/dl en hombres y 50 mg/dl en mujeres
  • Presión arterial superior a 130/85 mm Hg
  • Glucosa en ayunas superior a 100 mg/dl (indica resistencia a la insulina)

Link corto: http://www.lanacion.com.ar/795215

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