sábado, septiembre 17, 2005

EMOCION Y OBESIDAD

Psicología / Relación entre el estado de ánimo y la alimentación

El dudoso nexo entre emoción y obesidad
No parece ser una fórmula apropiada, pues tiene cara de trastorno corporal

MARIA JESUS RIBAS
Efe/EL UNIVERSAL

El nexo entre el sobrepeso corporal y el malestar psicoemocional es cada vez más evidente. La obesidad es a la vez causa y consecuencia de numerosos problemas psicológicos; y los problemas del cuerpo y la mente se realimentan mutuamente, en un círculo vicioso, que de no interrumpirse compromete la salud.

El exceso de peso corporal suele generar trastornos como la depresión o la ansiedad, ya que convive con una dolencia que dificulta la forma de vestir, dar una carrera para tomar un autobús o sentarse en una butaca de cine. Altera la autoestima y calidad de vida de las personas obesas, las cuales a menudo son discriminadas.

Por otra parte, muchas personas ceden habitualmente al impulso de comer desaforadamente y de forma compulsiva, en la primera ocasión que se les presenta, cuando están sometidas a situaciones de enojo, depresión, ansiedad, estrés o falta de autoestima.

Si se come emocionalmente, se engorda indefectiblemente. Para controlar su peso, debe controlar sus sentimientos, en vez de alimentar el ego con cuchara y tenedor, señalan los expertos.

Si trata de estimularse, satisfacerse o tranquilizarse ingiriendo o bebiendo. Si utiliza la comida como recurso para satisfacer sus necesidades emocionales, mejorar su ánimo o anestesiar sus sentimientos, recuerde que los sentimientos pueden pesarle.

Explorando las causas

Tomar un bocado alguna vez para calmar el hambre del alma, o buscar consuelo cada tanto en un helado o chocolate no es grave, ya que comer como respuesta a los estímulos emocionales puede aliviar la tensión. Pero esta reacción se vuelve peligrosa para el peso corporal y la salud cuando se convierte en hábito, conlleva comer en exceso y escapa al control del afectado.

Pero, ¿por qué nos llevamos la comida a la boca cuando nuestras emociones se desbocan? Para algunos expertos las raíces están en los hábitos aprendidos en la infancia, cuando se le da de comer al bebé que llora o se regala un caramelo al pequeño que ha sufrido un rasguño para consolarle, relacionando la comida con el alivio del malestar.

Para los niños y adolescentes, que viven en un mundo a veces duro y confuso, la comida es una de las pocas situaciones en que no temen verse abandonados o criticados.

Según el doctor Gregorio Mariscal Bueno, experto en nutrición, la persona que necesita comer alimentos ricos en carbohidratos cuando está alterada emocionalmente, trata de aumentar de forma inconsciente sus niveles de serotonina, una sustancia producida por el organismo que regula los estados de ánimo.

A través de una serie de reacciones químicas corporales, los carbohidratos permiten que penetre en el cerebro más triptofano, el precursor de la serotonina, gracias a lo cual se libera más serotonina, lo que alivia el estado de ánimo negativo.

Círculo vicioso

Cuando se come demasiado para distraer, disfrazar o eludir los sentimientos se originan sensaciones de culpa, vergüenza y enojo con uno mismo por haber abusado de la comida como recurso.

También surgen sentimientos de vacío y frustración, porque las necesidades de afecto, comunicación, autoconfianza, libertad, éxito o de ser correspondido no se ven satisfechos con la comida, con lo que se crea nueva tensión y se tiende a volver a comer.

Para recuperar el bienestar, hay que salir de este círculo vicioso, rompiendo con los patrones de la comida emocional, con lo cual se recupera la libertad de experimentar los verdaderos sentimientos, se puede adquirir y mantener un peso adecuado más fácilmente y se logra disfrutar de las comidas y antojos esporádicos sin sentirse culpable.

Según las encuestas médicas, comemos compulsivamente, abandonando una dieta equilibrada y la práctica regular del ejercicio, para obtener placer, como consuelo o vía de escape, para reconstituir nuestro estado de ánimo o tranquilizarnos, pero sobre todo debido a dos emociones: el estrés y el enojo. Descubrir las relaciones entre los alimentos consumidos y el estado de ánimo es el primer paso para refrenar la costumbre de comer cuando se tienen problemas.

Fuente: Diario El Universal (Caracas, Venezuela) http://www.eluniversal.com/2005/04/05/ten_art_05251A.shtml

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